La tecnología en la industria del automóvil evoluciona a ritmos vertiginosos, centrándose en la actualidad en seguridad activa, conducción autónoma y confort después de haberlo hecho en materia de motores, seguridad pasiva, ingeniería y fiabilidad en décadas anteriores. Ahora bien, hay dos elementos cuyo funcionamiento es en esencia idéntico que hace 100 años: el parasol y el limpiaparabrisas. ¿Los coches del futuro los mantendrán o, en cambio, encontrarán soluciones más eficaces que los acaben relegando a la historia del automóvil?
No necesitan mucha introducción ninguno de los dos, siendo el ‘limpia’ uno de los objetos a los cuales tenemos que prestar mucha atención por el bien de la visión dentro del coche y del propio parabrisas: un limpiaparabrisas malo o barato puede dañar la superficie del cristal o no cumplir su función. En un día de lluvia puede quitar las gotas de en medio, pero en periodos de secano podría ser incapaz de eliminar todas las suciedades que puedan acumularse incluso utilizando líquido.
Alternativas al limpiaparabrisas
La patente de Mary Anderson de 1903 sigue viva hoy en día, pero se barajan diferentes alternativas. Una de ellas sería utilizar nanotecnología creando superficies hidrófobas que hagan que el agua resbale por el cristal en lugar de acumularse. Carglass, sin ir más lejos, ofrece tratamientos de este tipo, si bien son efectivos durante seis meses. El recubrimiento podría mejorar la visibilidad, pero su duración no es eterna.
McLaren ha abordado este asunto de manera diferente, siendo una firma que siempre ha buscado la innovación tanto en coches de calle como de competición. Desde 2013 está trabajando en sistema de ultrasonido de alta frecuencia que disipen las gotas de lluvia que se depositan en el cristal. Ahora bien, está todavía en fase de desarrollo y aún no se ha equipado en ninguno de sus superdeportivos de producción en serie.
Quizás sea Tesla la que ha ofrecido una opción más viable que estas dos: la idea de la marca de Elon Musk consiste en un sistema electromagnético en el cual un brazo limpia de manera transversal – encargándose también de la parte que el limpiaparabrisas tradicional no cubre con su arco o radio. Cuando deja de utilizarse, se esconde debajo del capó, siendo un sistema retráctil en definitiva.
Por un lado cubre toda la superficie y es posible modificar el lugar donde se instalan ADAS como la cámara frontal y por otro reduce la fricción – al no estar el limpiaparabrisas en contacto directo con el cristal – y mejora el coeficiente aerodinámico, con todas las ventajas que ello implica. Con respecto a los ADAS también se limpiarían las cámaras y sensores con un sistema de detección de partículas y un disparador láser que elimina la partícula sin dañar el cristal.
El parasol, a las puertas de cumplir el siglo de vida
Ford fue la primera marca en incorporar un parasol en un coche de serie, con el Ford T en 1924. Todos sus modelos los llevarían para 1932, mejorándose de manera paulatina con el paso de los años y el avance de la tecnología. Pero, ¿qué alternativas existen al parasol tradicional?
Bosch ha desarrollado una: el Virtual Visor, un parasol fabricado con cristal líquido que detecta la posición de los ojos del conductor y oscurece solo la zona en la que el conductor está mirando. Es capaz de ajustarse también a los movimientos sutiles de la cabeza que pueda ser al realizar giros o desviar la mirada a los espejos retrovisores a la hora de realizar alguna maniobra.
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