Por los motivos que sean, los parabrisas, lunas y cristales de nuestros coches podrían romperse con el paso del tiempo. En la actualidad son unos elementos clave de nuestros vehículos a nivel de seguridad así como en la propia estructura del mismo. En especial el parabrisas que por un lado es el encargado de sostener el techo y evitar que se hunda en caso de vuelco. Con la extensión y el desarrollo de los sistemas ADAS los parabrisas cobran mayor importancia al estar instalados en él los sensores y cámaras. Es decir, los ‘ojos’ de los sistemas avanzados de seguridad. Con la llegada de la tecnología holográfica, el parabrisas tendrá nuevos roles como marco de un HUD de grandes dimensiones en años venideros.

Ahora bien, ¿qué es lo que hace que pueda romperse un cristal? Existen en definitiva cinco tipos de presiones que pueden provocar que ceda la estructura y se rompa. En el caso del parabrisas, al ser cristales laminados, cuando se rompen no estallan sino que las piezas se quedan pegadas a la lámina. De esta manera se evita que puedan caer pedazos afilados al interior y herir a los ocupantes del vehículo. Esto no ocurre así ni en los cristales laterales ni en la luneta trasera.

Presión térmica causada por absorción de radiación solar

El calor puede ser un gran enemigo de los cristales ya que estos tienen un punto de dilatación diferente al material de la carrocería. Esto origina tensiones constantes mayores de lo normal ya que los parabrisas están enmarcados para ser parte de la estructura del vehículo.

Existen diferentes factores que pueden llevar a un aumento de la presión térmica. Uno de ellos es la sombra parcial por algún saliente o edificio cercano. También la colocación de objetos que hagan calentar ciertas zonas del cristal o elementos situados sobre el mismo pueden incidir en la presión térmica. Asimismo una mala instalación, un cortado deficiente, una instalación forzada del marco o agujeros de ventilación dirigidos hacia el cristal pueden también ser factores.

Hay que recordar que un cristal tintado (es decir, con una lámina tintada) absorberá más energía que un cristal normal. Un cristal recocido es capaz de soportar una presión térmica menor que el cristal templado.

Presión de tensión interna causada por el peso del cristal

El peso del propio cristal puede ser también un peligro para su integridad. Aunque no es un problema tan común en el caso de cristales de automóvil, es uno a tener en cuenta. Tampoco suele serlo en el caso de parabrisas para camiones y tractores, aunque sus dimensiones requieran un proceso diferente por parte de técnicos montadores especializados.

Presión de flexión mecánica por efecto de fuertes vientos u onda expansiva

Un viento de gran intensidad hará flexionar la superficie del cristal al impactar a gran velocidad contra él. Con la fuerza suficiente, lo hará flexionar tanto que cederá su estructura, haciéndolo estallar.

Algo similar ocurre cuando el cristal es sometido a la onda expansiva de los explosivos. Es por ello que en casos de bombas suelen saltar los pedazos de los cristales de edificios y coches cercanos.

Presión por impacto de objetos sólidos a velocidad determinada

Este es el más obvio de los cinco. Es también el más común, cuando un objeto sólido impacta contra la superficie del cristal con la fuerza necesaria para romperlo. Un ladrillo o arma arrojadiza cualquiera, un martillo, el propio cuerpo humano con fuerza suficiente… también se puede incluir aquí el granizo.

Presión de torsión en el asentamiento de la ventana

Puede existir algún problema a la hora de colocar el cristal, que ha de instalarse según unas medidas específicas. Es decir, que no haya un desvío de milímetros más de la cuenta que origine tensiones constantes. Con el tamaño de los cristales de los vehículos, esto es rara vez un problema, pero es importante su correcta instalación en todo caso.