A nivel de tecnología en seguridad, los coches actuales han alcanzado niveles espectaculares, inimaginables décadas atrás gracias al desarrollo de los ADAS. Los sistemas de ayuda a la conducción. Accidentes que en otro tiempo hubieran resultado con víctimas graves o incluso mortales, hoy día tienen menos consecuencias para las personas. Esto es gracias a la integridad de los coches actuales (seguridad pasiva) como a los ADAS y otros sistemas de seguridad activa. Ahora bien, hay personas que rechazan algunos elementos de seguridad capaces de salvar vidas: los que evitan conducción temeraria.
En Estados Unidos se han dado muchos casos de conducción temeraria, ya fuera en el día a día o situaciones particulares. Entre ellas están persecuciones policiales o conducir bajo los efectos del alcohol u otros estupefacientes. Por desgracia, en algunos casos esta conducción ha resultado en atropellos, en especial a personas de color o determinadas condiciones sociales. La cuestión reside en que existe la tecnología para poder evitarlo, pero no se instala más por cuestiones políticas que técnicas.
De hecho, existen maneras de evitar que el coche se ponga en marcha si este detecta que la persona que va a conducir ha bebido. Es posible bloquear el motor de arranque si una persona que se sienta tras el volante no pasaría un control de alcoholemia. También están los casos en los cuales los vehículos implicados en accidentes graves o mortales no cuentan con algunos ADAS que se consideran básicos hoy día. Entre ellos están el control de crucero adaptativo y el sistema de frenado de emergencia, capaces de operar en el acelerador y el freno.
Seguridad y control…para el otro
Aunque la tecnología existe, al menos en Estados Unidos son los propios consumidores quienes prefieren tener la libertad para que no se aplique. Es similar al caso de los poseedores de armas que rechazan innovaciones para evitar disparos accidentales. El director del instituto de Transporte A&M de Texas Greg Winfree lo resume así: “Todo el mundo quiere medidas de seguridad en los coches de la otra persona. Pero en el suyo no.”
Esto implica, de manera directa o indirecta, situaciones más peligrosas para los más vulnerables. En este grupo se puede incluir tanto a los peatones en entornos urbanos como a los ciclistas o motoristas, mucho más desprotegidos. Al fin y al cabo se trata de colisiones con vehículos de entre tonelada y media o incluso dos toneladas de peso, según el tipo de coche. Pero lo que sí es evidente es que los coches, a medida que han albergado mayor cantidad de elementos y avances, han ganado en tamaño y en peso de modo que no son tan livianos como lo eran generaciones atrás.
En algunas marcas, sobre todo Premium, ADAS como cámaras frontales junto con sensores capaces de controlar los módulos de acelerador y freno para evitar accidentes ya son un estándar. Sin embargo, en otras, presentes tanto en América como en Europa, no es el caso y de hecho no los ofrecen. Ni siquiera como elementos opcionales dentro de la gama de algunos de sus modelos.
Posibles alternativas
Una de las posibilidades que se barajan para el futuro no es la de un alcoholímetro tradicional antes de subirse al coche. En cambio, que de manera pasiva, al tocar el volante, se activen unos rayos infrarrojos. Estos medirán el nivel de alcohol en sangre para determinar si la persona puede conducir o no.
La seguridad en el automóvil siempre ha seguido pasos en relación con la tecnología. Un ejemplo es el de los parabrisas, considerados inseguros cuando se partían en mil pedazos al principio. No fue hasta la invención accidental del parabrisas laminado cuando, al no suponer un peligro tan grande para sus ocupantes, se convirtió en algo estándar para todos los modelos.
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