Ya se ha terminado el verano y es momento de pensar en el otoño y el invierno. El clima cambia, de sol y altas temperaturas a más días nublados y, según que zona, lluvia, nieve, niebla, granizo o viento. Esto afecta también a las condiciones en las que viajamos por carretera, produciéndose cambios importantes con respecto al periodo estival. Esto se relaciona en varios sentidos con el parabrisas de nuestro coche y el buen estado de este.
En la actualidad, el 90% de la información del tráfico que le llega al conductor es a través del parabrisas. Por tanto es vital que esté en el mejor estado posible ya que una obstrucción en la visión puede ser muy peligroso. También hay que recordar que un parabrisas se ve sometido no solo a grandes tensiones de manera continua, sino a la temperatura. El parabrisas aguanta los cambios de temperatura y la dilatación correspondiente de la carrocería. Además, para su propia estructura el paso de altas a bajas temperaturas constantes trae consecuencias negativas para su integridad.
La lluvia, mayor causa de accidente
Puede parecer curioso, pero la lluvia es, en los meses entre octubre y febrero, la condición climatológica adversa en la que más accidentes se producen. Es cierto que conducir con lluvia es también más probable que con nieve o granizo, por ejemplo. De hecho, hay zonas de España donde no se han registrado nevadas en más de 50 años. Aún así, esta estadística demuestra que hay que tener mucho cuidado con la lluvia.
Y no solo se trata de una cuestión de carretera más delicada. Sí, es cierto que con las primeras gotas de agua, sumada a la suciedad aún presente en la carretera, se reduce el nivel de agarre. Pero una vez empieza a caer más y más lluvia, en realidad el agarre no es tan distintos del de conducir sobre seco. En realidad, el problema está en cómo afecta la lluvia a la visibilidad del conductor.
En un parabrisas en buen estado, las gotas de agua resbalarán y el propio viento las expulsa. En caso de contar con un tratamiento antilluvia o tratamiento hidrofóbico, este proceso será aún más efectivo. La película que se extiende sobre el parabrisas no solo cubre los pequeños poros, sino que hace que deslicen las gotas de agua. De este modo la visibilidad aumenta en lluvia, además de que es más fácil que los limpiaparabrisas desempeñen su función.
Por el contrario, si ni el parabrisas está en perfecto estado o el limpiaparabrisas está como debería, la visibilidad empeorará de manera notable. De hecho, un limpiaparabrisas seco o cortado puede impedir aún más la visibilidad, siendo un gran factor de riesgo de accidente.
Consejos y técnicas
Para combatir la falta de visibilidad que se produce en días de lluvia, la mejor herramienta es una conducción más atenta. Mirar a lo lejos, visión periférica, barridos visuales, efecto túnel, fijación del objetivo, cruce de miradas… son algunos ejemplos. Técnicas con las cuales es posible evaluar la situación de la carretera y del tráfico de una manera más segura. Aún con coches modernos equipados con sistemas ADAS, es importante que el conductor tenga mil ojos puestos en la carretera. Más aún en condiciones de lluvia, nieve, granizo o niebla.
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