Si pensamos en el SEAT Ibiza, ese utilitario que nos ha acompañado en nuestras vidas desde 1984 a través de diferentes generaciones, se nos pueden venir a la cabeza una multitud de imágenes. La primera generación, aquella con ese mítico motor 1.5 ‘System Porsche’. La segunda, basada en el Volkswagen Polo. La que logró, entre otras cosas el título de la Copa de Dos Litros del Mundial de Rallyes entre 1996 y 1998 con el Ibiza Kit Car. También fue la que trajo al mundo las espectaculares versiones Cupra. Estos éxitos han continuado, manteniéndose un superventas hasta día de hoy. Pero no se puede decir que sea un coche arriesgado, ¿no?

A fin de cuentas, desde hace ya varias décadas todos los Ibiza derivan del Polo, al ser SEAT parte del Grupo Volkswagen. Ambos coches, junto con el Skoda Fabia o el Audi A3, comparten plataforma y numerosos elementos. Aunque el León le ha superado en ventas varias veces, el Ibiza es uno de los coches españoles más importantes de todos los tiempos.

Ahora bien, ¿qué ocurriría si SEAT decidiera hacer algo diferente? Por ejemplo… ¿cortar la parte superior del coche? Eso fue exactamente lo que hicieron hace unos años con el prototipo del Ibiza Cupster. Un coche que, quizás, fuese la inspiración de los speedster super exclusivos que han salido recientemente al mercado. Se trata de un prototipo algo especial por diferentes motivos.

Ibiza Cupster

Se trata de un coche hecho a modo de homenaje por parte de SEAT. Fue el prototipo que marcó el 30 aniversario del Ibiza. Hay que recordar que el Ibiza es de los pocos modelos que se han producido en la actual sede de Martorell como en la antigua. Es decir, la de Zona Franca, la que ‘parió’ el SEAT Marbella, los 127, 1400, los 600, los 850 y muchos otros. El Ibiza, así como el Málaga o el Toledo, ya forman parte del inicio de SEAT dentro del Grupo Volkswagen. Hasta entonces, Fiat era el socio tecnológico de la casa española.

Su singularidad proviene, como se puede apreciar por las imágenes, del corte en los cristales. Tanto el parabrisas como las lunas laterales están cortadas de una manera muy singular. Se obtiene de esta manera un coche más bajo, ligero que ofrece menor resistencia al viento. Ahora bien, la ausencia de techo incide en la rigidez de la estructura. Al mismo tiempo, al tener un parabrisas más corto, se tuvieron que bajar la altura de los asientos unos 80 milímetros respecto al Ibiza normal. Además, son asientos de tipo backet. Se consigue una sensación más deportiva, si bien podría no ser tan cómodo o práctico para el día a día.

Si el parabrisas parece corto así como las lunetas, el concepto de luneta trasera prácticamente desaparece en este caso, así como los marcos laterales. A nivel de motorización no tenía nada de sorprendente, al ser un prototipo basado en el diseño exterior. Utilizaba un motor 1.4 turbo que ofrecía unos 176 caballos, así como llantas de 18 pulgadas. Nada mal para un vehículo del segmento B.