El mantenimiento de un coche particular incluye una serie de detalles específicos, como la sustitución de elementos cada cierto tiempo. Uno de estos casos es la batería, que lo normal es que nos dure en torno a unos cinco años, dependiendo de varios factores. Algunos de estos factores no es solo el uso del coche o las condiciones climatológicas donde duerma el coche (que también inciden). Hay que tener en cuenta que en la actualidad existen varios tipos de batería, los cuales veremos en este artículo.
La batería proporciona toda la energía eléctrica que necesita un vehículo, desde el sistema de la radio hasta el mismo encendido del vehículo. Al darle la energía al motor de arranque y activar el alternador es como se enciende el resto del coche, incluyendo sistemas de seguridad. Por regla general, cuando llega el momento de cambiar la batería suele dar algunos avisos, pero siempre hay que tener en cuenta su desgaste. De lo contrario, existirá la posibilidad de que se agote durante un viaje en carretera. De hecho, en verano – debido a las altas temperaturas – es cuando más problemas de baterías suceden. Según Carglass, en el mercado actual encontramos cinco tipos de baterías de automóviles.
Celda húmedas, calcio y VRLA
Vamos a comenzar con los tres primeros tipos de baterías que podemos encontrar en el mercado. De hecho, muchos de nosotros tenemos alguno de estos tipos de baterías bajo el capó de nuestros coches. Las podemos encontrar, sin ir más lejos, en nuestros talleres de confianza.
Las baterías de celdas húmedas son las más comunes, utilizan unas placas de polaridad positiva y negativa suspendidas en ácido sulfúrico. Cuentan con una gran seguridad al estar las placas aisladas entre sí para que no se estropeen. Apenas requiere de mantenimiento especial. Se pueden encontrar en un taller por un precio de unos 40 euros en adelante, dependiendo del amperaje y del fabricante de la batería.
Las baterías de calcio funcionan de manera muy similar a las de celda húmeda. La principal diferencia es que las placas en este caso cuentan con una aleación de calcio, de ahí el nombre. He aquí sus dos principales ventajas, puesto que el calcio evita la corrosión de las placas y evita una pérdida de fluido del 80%. Por ende, el ratio de autodescarga es más lento y su vida útil es más larga que las baterías de celda húmeda. Por ello son también muy comunes, pero son algo más caras que las de celda húmeda, estando en el mercado por unos 80 euros. También hay que tener cuidado con estas baterías, pues una sobrecarga podría dañarla de manera permanente.
Las VRLA – Valve Regulated Lead Acid – cuentan con un gas en estado líquido presurizado para evitar pérdida de fluidos. Existen dos tipos, las de gel y las de AGM. Las de gel utilizan una silicona para lograr un estado más denso del ácido, mientras que las de AGM (o baterías secas) utilizan fibra de vidrio para separar los leucocitos, sin gel ni agua.
Baterías de ciclo profundo e iones de litio
Las de ciclo profundo se utilizan en coches eléctricos dado que son capaces de proporcionar energía durante un gran periodo de tiempo. Y, como es lógico, un coche eléctrico utiliza más energía eléctrica que un coche con motor de combustión. Estas baterías también se autodescargan con mayor velocidad que las otras.
El quinto tipo son las baterías de iones de litio, vistas en vehículos de alta gama así como en coches eléctricos. Utilizan sal de litio para proporcionar la energía eléctrica. Al ser más ligeras que las otras, influye en la autonomía del vehículo. De hecho, en competiciones de vehículos eléctricos, como la Fórmula E o Extreme E, son las baterías de iones de litio las que se utilizan.