El pasado 30 de mayo la nave espacial Crew Dragon de SpaceX comenzó su segunda misión de demostración del cohete Falcon 9 desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida, Estados Unidos. Se trata de un test de vuelo en el cual los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley han volado por primera vez tripulando la nave. Una nave particular que presenta una evolución del cockpit entero de cristal, el cual ha supuesto una gran revolución en lo que se refiere a ingeniería aeroespacial. Es, además, la primera vez que la NASA encarga a una empresa comercial como es SpaceX, fundada por Elon Musk en 2002, y lleva sus astronautas.
They made it. After launching from @NASAKennedy on the @SpaceX Dragon Endeavour spacecraft yesterday, @AstroBehnken and @Astro_Doug have officially joined the @Space_Station crew today at 1:02pm ET — making history in the process. pic.twitter.com/A7oExw0SlD
— NASA (@NASA) May 31, 2020
El Crew Dragon despegó desde Florida y tanto Behnken como Hurley lograron llegar a la Estación Espacial Internacional tal como estaba previsto, si bien aún sigue sin ser un vehículo operativo de la NASA como tal (ya que es de SpaceX). El objetivo de ambas partes es continuar esta misión con Crew-1, en la que otros cuatro astronautas más viajarán en una segunda Crew Dragon hasta la ISS, una misión que está prevista para el próximo mes de agosto.
MEDS
El Multi-function Electronic Display System, abreviado como MEDS, ha convertido las lanzaderas en naves más seguras y fáciles de pilotar gracias a que muestran la información de una manera mucho más clara a través de su interfaz. En sus pantallas se muestra la altitud, la velocidad o la latitud así como indicadores e información relevante para los astronautas a la hora de navegar por el espacio así como para el despegue y el aterrizaje.
Su nombre de cockpit de cristal viene de los instrumentos de cristal, pues incluye nada menos que 11 pantallas planas a color para mostrar la información a los tripulantes. Las pantallas sustituyen a 32 indicadores y displays electromecánicos y cuatro pequeños displays CRT (televisores de tubo de rayos catódicos, como las de culo de toda la vida). Además de ser más vistoso y práctico en su uso se ahorran unos 34 kilogramos y utiliza menos voltaje para su funcionamiento que el sistema al que reemplaza.
Los MEDS no se utilizan en la actualidad solo en naves espaciales sino que también pueden verse en la gran mayoría de los aviones comerciales en todo el mundo. Su primera aplicación fue en 1998 con la lanzadera espacial Atlantis, volando en 2000 con la misión SRS-101. Fueron evolucionando en diferentes paneles como los F6, F7 o los F8 MEDS y al principio fue necesario un proceso de adaptación y resolución de problemas, pero siempre lograban repararse y continuar funcionando.
Pantallas táctiles
En el caso de la Crew Dragon de SpaceX cuenta también con varias pantallas táctiles para agilizar y facilitar aún más la navegación. “Cuando queríamos hacer el Dragon más valorado por personas, tomamos una aproximación diferente al diseño de naves que se ha hecho previamente porque queríamos que esto tuviera el feeling de una nave del siglo XXI”, aseguró el ingeniero de SpaceX John Federspiel según el medio Glassbytes.
Esta noticia supone además la posibilidad de ahorrar millones de dólares en tecnología aeroespacial y exploración del sistema solar. Desde 2011 EEUU no había lanzado a astronautas propios sino que tenían que viajar a Rusia y entrenar en la nave espacial rusa Soyuz. Esto suponía un coste al gobierno estadounidense de unos 90 millones de dólares por astronauta según la CNN.
En cambio, con la controvertida decisión de pedir a una empresa privada el desarrollo de una nave espacial capaz de ir y volver a la ISS se consiguen dos objetivos. Uno es abaratar los costes y otro centrar los esfuerzos de la NASA así como sus recursos a la exploración del sistema solar. En 2014 la NASA otorgó un contrato de 2.600 millones de dólares a SpaceX (que ya entonces contaba con la Dragon, dedicada al transporte de cargamento) así como otro de 4.200 millones de dólares para Boeing, cuya intención era la de construir desde cero el vehículo espacial Starliner.
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