Los tres peligros de los nuevos límites de velocidad

MundoLuna.es

19 noviembre 2021

El pasado 11 de mayo de 2021 entraron en vigor los nuevos límites de velocidad, anunciados a finales del pasado año. Se trata de una decisión de Dirección General de Tráfico, auspiciada por las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Se trata de una serie de medidas que buscan reducir el número de atropellos y accidentes en entornos urbanos. Cada día se producen, sobre todo en grandes ciudades, un número importante de este tipo de incidentes. Es un paso de cara al objetivo deseado por todos: alcanzar la cifra de 0 muertes por accidentes en carretera.

Según los datos de la OMS, un atropello a una velocidad mayor de 50 kilómetros por hora tiene un alto probabilidad de muerte. El peatón fallece en estos casos nueve de cada diez ocasiones. Sin embargo, si la colisión se produce a menos de 30 kilómetros por hora, la probabilidad de fallecimiento se reduce a un diez por ciento.

Recordamos a continuación cuales han sido estas decisiones para entornos urbanos:

  • Se limita a un máximo de 20 km/h la circulación en vías de plataforma única; esto es, con la calzada al mismo nivel que la acera
  • Se limita a un máximo de 30 km/h la circulación en calles con un único carril para cada sentido
  • Se limita a un máximo de 50 km/h la circulación en aquellas calles que disponen de más de un carril por sentido

Ahora bien, estas decisiones también acarrean tres aspectos negativos para la conducción. Y, potencialmente, también para el bolsillo de los conductores, pues afecta a la vida útil de los coches. Estos peligros para nuestros automóviles son los siguientes.

Aumento de consumo

A esas velocidades vamos a rodar en marchas más cortas. Y, por la manera en la que están diseñados los motores de los coches, van a consumir más. Es un efecto similar al que podemos observar en caso de retención, en caso de ir lentos más que paradas continuas. En cierto sentido es una medida que afecta menos a los vehículos eléctricos en comparación con los de combustión tradicional. Es decir, los gasolina y los diésel, que siguen siendo una gran mayoría en España.

Averías mecánicas

Del mismo modo que muchos coches siguen siendo gasolina y diésel en España, también sigue habiendo muchos coches en el parque automovilístico con cambio manual. Es decir, que incorporan pedal del embrague. Con estas velocidades máximas, se harán más cambios constantes en ciudad de primera, segunda y tercera y viceversa para reducir. Esto hace que se puedan desgastar con mucha mayor rapidez, una vida útil más corta. Cambiar el embrague no es una operación barata, pues según que modelo puede suponer unos 2.000 euros. En el mejor de los casos no dejan de ser cientos de euros.

Por otro lado, los diésel sufrirán aún más en ciudad con el filtro de partículas. Al tener que circular a bajas vueltas se acumulan las partículas contaminantes que se almacenan en el sistema de escape. Este es el motivo principal por el cual los coches de gasóleo acuden más a los talleres, aumentando al implantarse estas medidas de seguridad. Con los gasolina sucede algo similar con el filtro de aire, pero no de manera tan peligrosa como con el FAP de los diésel. De hecho, si no se cambia, puede acarrear averías mucho más graves y costosas.

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