La (r)evolución tecnológica en el ámbito del automóvil continúa dando pasos al frente a nivel global. Ya no solo en la búsqueda de coches cada vez más seguros, sino cada vez con avances que permitan la comodidad absoluta en el transporte. La electrónica ha permitido que los coches den un gran salto en lo que se conoce como seguridad activa, controlada por ordenador. Una serie de sensores, cámaras e incluso radares trabajan en conjunto, recopilando información procesada después por un ordenador y enviándosela al conductor. Este es el principio básico de lo que se conoce como sistemas avanzados de ayuda a la conducción, conocidos también como ADAS.
¿Dónde colocar estos elementos? En varios artículos de MundoLuna hemos hablado de la unión inexorable de los sensores y la cámara frontal con el parabrisas, por ejemplo. Si el parabrisas resulta dañado, hay que recolocar los sensores y las cámaras además de llevar a cabo un proceso de recalibración. De este modo nos aseguramos de que los sistemas ADAS estén bien alineados y funcionen conforme los datos de fábrica. De lo contrario, nos expondríamos a que no midieran bien la información que captan (como la distancia con respecto al coche que nos precede). Y por tanto, el riesgo de accidente en carretera se multiplicaría.
Pero, ¿y los faros o pilotos delanteros? Hasta ahora no han sido tan protagonistas, si bien han recibido novedades sobre todo a la hora de conducir de noche, donde más relevancia tienen. Cada vez los coches cuentan con más sensores y más sistemas ADAS, pero los lugares para instalarlos no han aumentado. Por ello, los fabricantes de coches han pensado en utilizar los faros también como lugar donde albergar algunos de estos elementos.
Proyecto RadarGlass
Es aquí donde entra en juego lo que se conoce como proyecto RadarGlass, desarrollado por la organización alemana Fraunhofer-Gessëlschaft. Sus científicos han recibido ayuda del Instituto de la Tecnología Láser de Fraunhofer. También han estado involucrados en el proyecto el Instituto para la Tecnología de Alta Frecuencia de la Universidad de Aquisgrán. Se trata de unos sensores radar desarrollados que se pueden integrar en los faros delanteros de un coche. Al estar recubiertos del policarbonato del que están hecho los faros están protegidos de enemigos externos como la nieve o la lluvia. Al colocarse en los pilotos delanteros, no se ve afectado tampoco el resto del exterior de la carrocería, ni tampoco su diseño.
Además de albergar los ADAS, los faros han de continuar con su función habitual: la de iluminar, ya sea luces de posición, cortas o largas. Para ello, lo que se ha hecho es desarrollar una capa muy delgada sobre la que se instala el radar dentro del faro. Con este cubrimiento es posible manipular la dispersión de los rayos del radar en diferentes formas, en función de la aplicación que esté activa.
Es decir, se puede adaptar tanto a distancias cortas como largas, al igual que el ojo humano o la lente de una cámara. Esto es posible gracias a que en este film hay unas zonas que han sido talladas con gran precisión con un láser. La forma en la que se esculpe permite que se puedan propagar las ondas del radar como si fueran antenas. Este proyecto ha sido apoyado a nivel financiero por el Ministerio de Educación y Desarrollo del gobierno de Alemania.
Capaces de soportar temperaturas extremas
El film que sirve para potenciar las ondas del radar también es capaz de proteger al sistema de temperaturas extremas, teniendo en cuenta también que estaría dentro de un faro. Al encenderse este, genera grandes cantidades de calor al igual que cualquier bombilla de uso corriente. De hecho, es el mismo calor el que acaba ‘quemando’ la superficie del policarbonato de los faros con el paso del tiempo. Por ello, el radar necesita aguantar altas temperaturas dado que se instala dentro del faro.
En concreto, este film es capaz de soportar temperaturas desde -30ºC hasta nada menos que 120ºC, cubriendo todas las temperaturas ambientales en el planeta. Existen algunos materiales capaces de mitigar el calor de modo que los componentes electrónicos no estén sometidos a tanto castigo.
Uno de ellos es el policarbonato Makralon con diferentes compuestos y variables, un diseño desarrollado por Covestro con un diseño modular. Utiliza, además de policarbonato, acrilonitrilo butadieno estireno (ABS) y un recubrimiento que lo protege de rayones y golpes. Su objetivo es además el de conseguir unos faros de menor peso (en torno a 1,5 kilogramo por unidad) y que, al ser modular, se reduzca el coste de producción al no necesitar tantas piezas ni tampoco un disipador de calor en su fabricación.
Declaraciones
“Para poder detectar y reconocer peatones, por ejemplo, los rayos del radar están apuntando a los lados. El radar se puede centrar en un rayo estrecho en la dirección en la que se circula con un aumento de potencia direccional de 100”, explican los científicos de la organización germana. Esto permitiría que se pudieran detectar obstáculos de todo tipo a unos 300 metros de distancia.
“Como parte de este proyecto, hemos desarrollado un sistema del grosor de un film que es casi transparente al espectro visible, capaz de formar ondas de alta frecuencia utilizando una estructura con un patrón especial. El proceso de fabricación ha sido optimizado hasta tal punto que el cubrimiento no afecta al color de la luz y es capaz de aguantar temperaturas de entre -30ºC y +120ºC”, explicó la Dr. Manuela Junghähnel, mánager del proyecto en el instituto FEP de Fraunhofer-Gesëllschaft.
Usos potenciales
La tecnología de radar en la automoción no está aún tan extendida como la de sensores y cámaras, encontrándose en la mayoría de modelos recientes. Es evidente que, si esta tecnología se desarrolla en los próximos años, muchos modelos, empezando por los del sector Premium, incorporarán este tipo de faros. A medida que se haga más común y se reduzcan los costes de producción podría verse en más y más modelos del mercado. Esto depende también de los acuerdos de licencia así como proyectos de colaboración con industrias, según el medio Innovation Origins.
0 comentarios