La tecnología avanza a un ritmo vertiginoso y no muestra síntomas de detenerse o decelerar, sino todo lo contrario. En el sector del automóvil, desde hace ya muchos años los fabricantes tienen puestas las miras en un solo objetivo: conducción autónoma. Que el propio vehículo, utilizando software y la combinación armonizada de los sistemas ADAS, sea capaz de llegar por si solo al destino seleccionado. De modo que el conductor sea un pasajero más y pueda relajarse o dedicarse a otros menesteres durante la travesía. De hecho, ya hay modelos con cierto nivel de conducción autónoma en nuestras carreteras. Ejemplos de ello son el Audi A8 o, en el caso de Japón, el nuevo Honda Legend EX. Este nuevo modelo ha necesitado el permiso previo del Ministerio de Tierras, Infraestructura, Transporte y Turismo del país del sol naciente.
Como establece la Sociedad de Ingenieros de la Automoción (SAE), existen diferentes niveles de conducción autónoma. Los tres primeros niveles son 0, 1 y 2, donde el conductor es el encargado y responsable de la travesía y los sistemas ADAS le ayudan en mayor o menor medida. En el nivel 0 no existen ADAS mientras que en nivel 2 pueden llegar a acelerar, frenar o controlar la dirección en diversas situaciones. Es en los niveles 3, 4 y 5 donde ya empezamos a ver realmente conducción autónoma como tal. En los niveles 3 y 4 aún hablamos de coches autónomos pero necesitan ayuda puntual del conductor. El punto deseado es el nivel 5, en el cual el coche será capaz de moverse de manera autónoma en toda clase de situaciones.
Cambio en los seguros
De toda la vida, el proceso de asegurar un vehículo ha sido siempre el mismo. El dueño del coche es el que firma un acuerdo con la aseguradora. Este seguro, obligatorio en España, es la cobertura del coche y del individuo en caso de producirse un incidente. En función de las características del vehículo, las condiciones del seguro varían de manera notable. No va a costar lo mismo asegurar un compacto o un urbano que un superdeportivo. El número de puertas, tipo de carrocería, cilindrada, potencia fiscal… todo ello incide en la cuota anual del seguro de Auto.
Ahora bien, ¿qué ocurre con los coches autónomos? ¿Qué pasa si es el coche en modo autónomo el que comete el error y lleva a un accidente? Esto se ha llegado a ver en algunos casos de hecho. Ha habido incidentes con sistemas como el Autopilot de Tesla no funcionando como es debido, lo que ha provocado colisiones. El Autopilot es en realidad un sistema autónomo de nivel 2, por lo que el conductor sigue siendo en estos casos responsable de la travesía. Es decir, puede delegar algunas tareas al vehículo, pero ha de estar atento y pendiente del estado de la vía en todo momento.
Cambio en las legislaciones
La llegada de la tecnología autónoma en los vehículos requiere también de apoyo por parte de diferentes entidades gubernamentales. En nuestro caso, primero debe recibir el apoyo de la Unión Europea, trabajando junto con entidades como la FIA (Federación Internacional de Automovilismo). En segundo lugar, es vital que los países regulen la aprobación de sistemas de conducción autónoma para que estos puedan ser activados. Si no, no sería posible vender al público general estos sistemas incluidos en los vehículos.
De ahí la importancia de la decisión del gobierno de Japón para con el Honda Legend EX, pues allana el camino de cara al futuro. Conforme otras marcas sigan el ejemplo, se verán más vehículos con sistemas autónomos. El del Legend EX es un asistente muy útil en casos de retenciones en autovías. Utilizando información de sensores, cámaras, sistemas LiDAR e incluso satélite, es capaz de calcular la posición del coche respecto a su entorno. De esta manera puede controlar acelerador, freno y dirección manteniendo la distancia con otros vehículos. Es un sistema que se desactivaría a partir de cierta velocidad, dándole el control al conductor una vez rebase cierta velocidad.
El caso de Audi
Ahora bien, no siempre reciben las marcas este apoyo. Esto se vio años atrás con el Audi A8, el cual debía recibir también un asistente para retenciones. Se trata también de un sistema de nivel 3 que iba a funcionar de manera similar al del Legend EX de 2021. Se anunció allá por 2017, pero Audi advirtió de que no se lanzaría hasta que se estableciera un marco regulatorio para este tipo de sistemas. Esto no se llevó a cabo, ni tampoco hay normativas claras para este tipo de tecnología en la gran mayoría de los países.
Esto ha llevado a que Audi aparque los planes, de modo que el A8 actual no llegará a tener nivel 3 de conducción autónoma pese a que los de Ingolstadt estaban tecnológicamente preparados para ello. En el caso de Europa no requiere, por normativa, que el conductor monitorice la carretera si el sistema está activo. En Estados Unidos ni siquiera estaba pensado llevar este sistema, quedándose en sistemas de nivel 2 como el control de crucero adaptativo.
Cambio de paradigma
Como decíamos antes, hasta ahora el contrato del seguro era entre el cliente, el dueño del coche, y la compañía aseguradora. Pero en el momento en el que comiencen a rodar los coches autónomos, cuando ya sea una realidad en nuestras carreteras, este paradigma cambiará. O mejor dicho, se verá obligado a cambiar pues no será válido para las circunstancias. Esto se debe a que, en caso de incidente, el dueño del coche no sería el responsable de la marcha, sino el propio coche.
En estos casos sería el fabricante del vehículo el que establecería un contrato con la aseguradora seleccionada por el cliente. De este modo, es el fabricante del coche autónomo el responsable, ya que es el coche quien guiaría la marcha. Es más, ya en 2017 grupos de abogados advirtieron a los ejecutivos de Audi que un mal uso de su sistema autónomo les responsabilizaría. En caso de accidente con el sistema activado, el fabricante sería responsable de los daños ocasionados.
El nivel 3 de conducción autónoma es un gran paso que los fabricantes han de dar para llegar a la meta soñada. He aquí la clave para aumentar de manera exponencial la seguridad en carretera y reducir los accidentes y víctimas mortales en nuestra red vial. Se trata de un gran reto que fabricantes, aseguradoras y gobiernos han de afrontar para que las carreteras del futuro sean lo más seguras posible.
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