En casi todos los campos y parcelas del mundo laboral, el papel de la mujer es cada vez más importante. Cada vez es más común verlas en puestos de gran peso en empresas multinacionales y roles de primera línea. Pero lo cierto es que han contribuido de manera significante en muchos aspectos de la industria y en grandes avances para toda la humanidad. Incluso en la industria de los cristales para automóviles han tenido papeles destacados, algo que se recuerda cada 8 de marzo.
En la industria se sigue esperando a nivel general que el jefe sea un hombre o que lo sean la mayoría de técnicos montadores. Ahora bien, con el avance de la tecnología y las herramientas para trabajar con parabrisas, cristales y lunas se reduce una brecha importante. La brecha fisiológica, que permite a mujeres poder montar cristales de automóviles con la misma efectividad que los hombres.
A día de hoy, existen excepciones a estas expectativas generales. Un ejemplo es la empresa californiana Mygrant Glass, con la copropietaria Catherine Mygrant al mando junto con su hija. Además cuentan con otra mujer, Emily Jackson, como directora de marketing. En la localidad de Richmond, Virginia, Smiley’s Glass se encuentra al mando de Sandra Smiley-Carrique, tal como refleja el medio Glassbytes.
Mary Anderson, creadora del primer limpiaparabrisas
¿Nos imaginamos los coches sin limpiaparabrisas en un día de lluvia? Aunque es un mecanismo más bien simple en comparación con el nivel de tecnología en la automoción actual, no. De hecho, se están desarrollando ahora múltiples sistemas para desarrollar a los parabrisas más de un siglo después de su introducción. Pero lo cierto es que es un concepto que se ha mantenido durante más de un siglo sin grandes cambios.
Y es que la idea del limpiaparabrisas se la debemos a una mujer, en concreto a Mary Anderson tal como recuerda Mujeres con Ciencia. Fue ella la que inventó el primer limpiaparabrisas a principios del siglo XX. Ella era promotora inmobiliaria, además de viticultora y, en invierno de 1902, se percató de la dificultad de los conductores de trenes y automóviles para retirar la nieve de los parabrisas. Hasta entonces en los tranvías existía un sistema con secciones que se abrían y cerraban, pero era bastante incómodo ya que entraba agua y frío en el interior.
En los años siguientes Anderson se puso manos a la obra, desarrollando ensayos en Birmingham que se tradujeron en una patente obtenida en 1905. Esta patente, con 17 años de privilegio, consistía en un brazo metálico basculante que incorporaba una lámina de goma, precursoras de las escobillas. Lo importante es que se accionaba de manera manual desde dentro del vehículo y con un resorte volvía a su posición inicial.
Existieron otras patentes contemporáneas como las de Robert A. Douglas o James Henry Apjohn. No obstante, por falta de eficiencia o efectividad (además de ser sistemas más complejos) triunfó el modelo de Anderson. Para 1913 miles de coches lo incorporaban y en 1916 ya estaba más que establecido. Injustamente, Anderson jamás llegó a recibir un dólar por derechos de propiedad.
Camino por recorrer
Aún así, sigue sin haber total equidad entre géneros en la industria, no solo a nivel salarial. Según un informe de AIA Canadá en 2018, en el sector de la mecánica solo el 9,5% son mujeres y en colisión un 10,2%. De estas trabajadoras, la gran mayoría, el 44,8%, se encuentran en servicio al cliente. Un 21,5% son asesoras y un 16,8% managers de tiendas. Estos datos muestran aún el trabajo que queda por delante.
0 comentarios