A menudo en el mundo del automóvil escuchamos la palabra tracción entre las características principales de un vehículo en cuestión. Tracción quiere decir, en definitiva, cuáles son las ruedas conectadas al motor, las que reciben la potencia del mismo. O motores, según el caso. ¿Cuántos tipos de tracciones existen en el mercado actual?

A priori se pueden englobar en tres grandes grupos: delantera, trasera y total. Delantera es cuando el motor está conectado al eje delantero, trasero es cuando se conecta al eje trasero y total cuando las cuatro ruedas reciben la potencia del sistema de propulsión. El más común en los coches de calle es la delantera mientras que en competición lo habitual es contar con coches de tracción trasera. En lo que respecta a los tracción a las cuatro ruedas, existen diferentes tipos y sistemas en la actualidad. Existe una gran cantidad de vehículos que cuentan con versiones tanto de tracción simple como ‘tracción cuatro’.

2020 – Nouvelle Renault CLIO E-TECH

Tracción delantera

Desde los años ochenta, los FWD se han vuelto la norma en los vehículos de producción en serie. Las ruedas directrices son también las motrices y lo habitual es que cuenten con el motor en posición delantera. Al no necesitar árbol de transmisión se ahorran costes de producción – y también de peso, lo que incide tanto en el consumo como en las emisiones de CO2.

Por regla general, tienen también un mantenimiento más económico y su conducción es más sencilla dado que no tienden a sobrevirar casi nunca. De hecho, su tendencia es al subviraje cuando hay poco agarre o se toma una curva demasiado rápido. En ese caso, es más fácil recuperar el control reduciendo la velocidad. El ángulo de giro de los neumáticos es menor que en los trasera y el peso de llevar todo delante incide en el comportamiento. Más aún en motores diésel dado que estos son más pesados que los de gasolina.

Al ser el tipo de coche más sencillo de fabricar, lo vemos en una gran cantidad de fabricantes y la gran mayoría de segmentos. Urbanos, utilitarios, compactos, sedán, berlinas… de hecho, incluso algunos deportivos utilizan tracción delantera. Es más, aunque en competición lo habitual es ver coches de tracción trasera, existen campeonatos de nivel mundial con coches de tracción delantera, como es el caso del WTCR en circuitos u otras categorías de turismos, así como campeonatos de promoción como el JWRC en el Mundial de Rallyes.

Tracción trasera

Fue el primer tipo de tracción y durante muchas décadas fue la favorita, si bien desde los ochenta a la actualidad ha caído en desuso. Incluso BMW, que se caracterizó por llevar tracción trasera en muchos modelos recientes, está optando por tracción delantera o incluso tracción integral conectable. Hoy día se reserva sobre todo para vehículos deportivos y de competición, dando una gran agilidad y sensaciones al volante muy diferentes de los delantera.

De hecho, muchos de estos llevan tracción trasera y motor central, situado este entre ambos ejes. En el pasado había más coches con motor trasero, ‘colgando’, pero esto apenas se ve salvo en el mítico Porsche 911 que mantiene su tradición. Un ejemplo de lo que cuesta hacer un trasera se vio en Renault, a la hora de convertir el Clio en el Clio V6. Es decir, convertir un utilitario normal en una bestia de motor central y tracción trasera, requiriendo una complejidad mucho mayor. Aún así, el resultado sigue siendo muy recordado, con un coche único que superaba los 250 caballos en la versión Fase II.

En unas buenas manos se puede sacar el partido de estos coches, pero en condiciones resbaladizas es más fácil perder el control de un trasera. Por suerte, la tecnología actual, como control de tracción, de estabilidad y la propia construcción de los vehículos modernos contrarresta los ‘nervios’ de estos coches. Aún así, el hecho de tener que utilizar un túnel de transmisión y otros detalles hacen que sean coches más complicados y costosos de fabricar que los de tracción delantera. Mientras que el Clio normal de segunda generación apenas superaba los 1.000 kilos en vacío, el Clio V6 Fase II llegaba a los 1.400 kilogramos.

Tracción a las cuatro ruedas

Hubo un tiempo, ya remoto, en el cual la tracción total se reservaba para tractores, todoterrenos y vehículos militares, pero era risible en la calle. O eso se pensaba, debido a los costes extra y el peso extra, a veces de 200 kilos más, que suponía en los vehículos. Hasta que llegó Audi y revolucionó el mundo en la entrada de los ochenta con su Audi Quattro. No solo cambió para siempre el mundo de los rallyes, demostrando que un coche 4×4 era muy, muy superior a los tracción simple de entonces, sino que abrió los ojos a muchos. Fue entonces cuando comenzaron a producirse cada vez más y más, aplicándose en diferentes situaciones.

Situaciones como Filomena han demostrado las capacidades de los 4×4. Donde coches de tracción delantera, incluso aquellos más altos, se quedaban atascados, los tracción total avanzaban a través de mantos blancos. Es su gran adherencia a la superficie, incluso en tierra, barro, nieve y hielo, lo que les hace brillar, así como su gran estabilidad. De hecho, muchos de los superdeportivos que se han lanzado en los últimos años cuentan con versiones de tracción total. Lamborghini, Porsche (desde los años ochenta) o incluso Ferrari cuentan con modelos con tracción a las cuatro ruedas.

Años atrás también tenían tendencia a subviraje, pero los modelos actuales han sabido paliar esto. Los vehículos todoterreno puros tienen un funcionamiento particular, pensados para enfrentarse a todo tipo de superficies. Ejemplo de ello es el uso de marchas reductoras, para utilizar, sin mucha velocidad, todo el par motor del coche y salir de situaciones adversas. Ahora bien, el peso extra les penaliza mucho en lo que respecta a consumo y emisiones de CO2. Si se trata de vehículos de gran tamaño también son menos prácticos en entornos urbanos por ejemplo.

Otros tipos de tracción a las cuatro ruedas

Para empezar, tenemos vehículos de tracción integral desconectable, que no llevan diferencial central. Al prescindir de este elemento (solo un diferencial por eje), son más ligeros y tratan de combinar lo mejor de ambos mundos. Ahora bien, no son tan efectivos como un tracción a las cuatro ruedas auténtico en situaciones de bajo agarre. Asimismo, hay que recordar desconectar la tracción al segundo eje en situaciones normales para no elevar el consumo de combustible.

Con la llegada de los motores eléctricos vemos cada vez más coches eléctricos que utilizan dos motores, uno para cada eje. De este modo, son en efecto tracción a las cuatro ruedas, unidos a cajas de cambios. Incluso existen vehículos eléctricos de altas prestaciones con un motor por cada rueda. En sistemas híbridos es posible contar con un motor de combustión para el eje delantero y uno eléctrico para el trasero.