Hace apenas unos días se vivió un susto monumental en China cuando un Boeing 737 con 178 pasajeros a bordo sufrió la rotura de uno de sus cristales y en apenas unos minutos bajó 10.000 pies. Por suerte el avión pudo realizar un aterrizaje de emergencia y todos los que iban dentro, tanto tripulantes como pasajeros, pudieron salir, tomar otro avión y llegar al destino previsto.

Se trataba de un vuelo entre Xi’An y Kunming de Ruili Airlines, el cual despegó por la mañana del pasado 7 de julio. No obstante, a los 30 minutos de despegar la tripulación notaba como una de las lunas de la cabina, con calefacción eléctrica, comenzaba a soltar chispas para después romperse sin previo aviso o daños en la superficie del cristal como se puede ver en la imagen de AsiaWire. Aún no se han determinado las causas si bien se cree que fue un fallo de la capa aislante de temperatura.

Nada más reportarse el problema en la cabina el avión comenzó a descender en picado, bajando unos 10.000 pies en apenas tres minutos bajando de 35.000 a 25.000 pies – lo que supuso una gran cantidad de objetos y elementos derramados por el suelo del avión. Los pilotos dirigieron el avión hacia un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Chongqing Jiangbei y desde allí los pasajeros pudieron subir a un segundo avión para llegar hacia Kunming, sufriendo un retraso de tan solo seis horas con respecto a la hora original prevista.

Este incidente resalta la importancia de contar con todos los parabrisas y cristales de un vehículo en perfectas condiciones – más si se trata de un vehículo comercial como un avión, donde cualquier falla de seguridad puede suponer un problema grave. Por suerte en este caso todo se quedó en un susto y todos los pasajeros llegaron hasta su destino.